Sunday, June 10, 2007

La despedida (un relato de amor, triste)

La miró, con esos ojos tristes, distantes, ausentes…No estaba ahí, volaba tan lejos, tan cruelmente lejos…llegar a él era imposible…ella lo sabía; lo supo desde la primera vez que lo vio, pudo vislumbrar esa mirada de hielo, supo con certeza que nunca podría alcanzarla…pero no pudo evitarlo, cayó en sus brazos, atrapada en ese olor a tabaco, esa fuerza sobrehumana, ese poder que la dominaba, la doblegaba…
Lo vio alejarse, no quiso gritar, clamar por su regreso… no te vayas, amor, vuelve…para qué?... su porte le pareció hasta tierno, le dio pena…tan pequeño era en el fondo, mi chiquito, suspiró… recordó casi como un destello esa primer noche en que sus cuerpos se habían fulminado, perforándose, penetrándose… esa fue la única vez en que lo sintió ahí, junto a ella… había vencido su fortaleza…lo había atravesado, como una ráfaga de viento, desmoronando su aparente seguridad, su hombría…nunca más estaré sola, creyó con júbilo…
Se rió recordando esa escena, qué cursis podemos ser a veces las mujeres, bromeó…

Y entonces ella también se alejó, giró sobre su eje, su cuerpo se irguió, como motivado por una fuerza nueva, que brotaba de la tierra; se marchó canturreando viejas canciones, legados de su abuela, ya saben, regalos de la infancia, esos que no se agradecieron como lo merecían…

Por lo menos lo tuve, pensó sonriendo, un momento, no importa, un segundo, qué más da…me bastó con eso…lo poseí aunque fuera esos instantes…lo albergué, lo cobijé, lo abrigué, lo recorrí, lo sentí... ¿cuántos tienen acaso esa posibilidad? ¿Cuántos pueden sentir esa adrenalina, esa llamarada quemando por dentro, ese fuego abrazando tan dulce y al mismo tiempo ferozmente? Ese éxtasis, delirio, esa pequeña muerte…


Sunday, June 3, 2007

Horfandad (relato)


Había muchos mosquitos ese día…Me acuerdo que revoloteaban sobre mí, buscando atacarme, enloquecidos con el olor a sangre y lluvia.
Llovía tanto que se inundaba el campito que teníamos con mis tíos.
Rebalsaban los yuyos y juncos, las azucenas y dalias y la alfalfa brotaba embravecida.
El aire olía a mojado, a húmedo. Y los grillos ensordecían con sus cantos incansables.
Lo recuerdo todo, como si fuera ayer; un recuerdo nítido, una imagen vívida.
Mi yegua preferida, brincaba en el establo, atemorizada por los rayos. Desde pequeña me fascinaron aquellos seres alados, su mirada de perro manso atravesaba mis sentidos, me cautivaba su fidelidad, esa luz etérea.

Lo vi alejarse, allí tan pequeño, parecía un niño indefenso, buscando cobijo, abrigo…Sus pasos crepitaban en el follaje y su piel cetrina me inundaba los ojos…
Yo sabía que él no iba a quererme nunca, lo sabía…No estaba capacitado para eso, como si hubiera una negación allí, un tabú.
Se fue casi corriendo, no pude alcanzarlo…No quise hacerlo…

Esa fue la última vez que vi a mi padre…