Saturday, May 12, 2007

Alba


Por el amor, de cualquier tipo...


La miró en la penumbra de aquella habitación; se notaban sus años, el peso de la vida en sus hombros, sus manos marchitas, sus gestos cansados, su cuerpo exhausto…Parece tan frágil, pensó casi en un susurro… La abuela le sonreía, a pesar de que ya no soportaba vivir en ese esqueleto inservible; esa maraña de huesos quebradizos, casi sin carne para recubrir; ese sistema inútil y doliente en que se había convertido su organismo, que ya no acataba órdenes de ningún tipo; soy como una criatura, se burlaba irónica Alba, deben darme de comer, vestirme, lavarme y hasta ponerme pañales y de la risa que le generaba el patetismo de su estado se atragantaba con la tos seca que la tenía a maltraer desde hace varios meses…
Julia la amaba; su abuela de oro, su nona querida, manitos de lana, ovillos de cuentos; ella era ese refugio donde resguardarse, ese abrazo cálido que entibiaba el alma; la sabia Alba, la que la esperaba con una leche caliente y le decía al oído: mi pomponcito de nieve…y la apretujaba, haciéndole cosquillas…Esa mujer fuerte, madre ejemplar, estricta y exigente pero a la vez tan dulce como la miel; tan encantadoramente única…
La niña se sentó en la cama de su abuela y le tomó la mano; sus dedos añejos, arrugados, hartos de tejidos y puntillas, de pinchazos de agujas; de amasar hasta el hartazgo; esos mismos dedos que habían tocado el piano a la perfección, dibujando bemoles, corcheas de memoria tal como si la música brotara de ellos; y esos, los dedos que acariciaron, que atraparon, que husmearon, que descubrieron y vencieron tantas bocas, tantas piernas, tantos vientres…y también esos los mismos que negaron, rehuyeron, rechazaron tantas otras veces…Las manos magnánimas de doña Alba…Julia pensó que no obstante el paso de los años continuaban siendo hermosas…
-¿Qué pasa mi niña? ¿Aun llueve?- preguntó la abuela enredándose entre las frazadas tibias
-No, abuelita, ahora salió el sol, buen augurio…Podemos ir a caminar un ratito por ahí, y tomamos aire…Aquí adentro cada vez está más oscuro, ¿por qué no abren las ventanas?- se levantó rápidamente y descorrió las cortinas con decisión y al instante la luz inundó el cuarto; luego entreabrió las ventanas y la brisa hizo danzar sus cabellos
-Siempre tan atenta, mi linda niña… a veces me olvido del sol…que bello se ve, ¿verdad?
- Sí, se acerca la primavera y ya el frío no te molestará – Julia trataba de evadir la melancolía que la embargaba: esa habitación oscura, su abuela moribunda; la soledad, el desamparo…
- Si fuera tan simplemente eso lo que me molestase...- Alba se quedó unos momentos pensando, divagando allá lejos, recordando los días de su juventud, la plenitud…Volvió a su nieta y cambiando el tono de su voz le sonrió…
- Pero hoy estoy bien, no te preocupes, me siento mucho mejor, es más creo que he logrado controlar el dolor con mi mente…Al fin y al cabo el dolor es relativo como todo, uno lo magnifica cuando en verdad no lo es tanto…
Julia envidiaba esa fortaleza de su abuela, se preguntaba si algún día podría alcanzarla, ella que era tan débil, que cada vez que debía enfrentar alguna situación el miedo la consumía; que ante el mínimo malestar se sentía desfallecer e imaginaba los peores diagnósticos y no podía dejar de sentirse casi en todos los momentos como la extraña de la familia, hasta ridícula, siempre llorando, le decía su hermano José Luis, algún día te vas a secar de tantas lágrimas…
La única persona que la hacía sentir importante en ese mundo era aquella mujer que intentaba convencerla de que aunque se sintiera desdibujada por el temor y la incertidumbre, era valiosa; sólo debía cerrar los ojos y buscar dentro de sí el coraje que atesoraba; lo tienes ahí guardadito, niña, basta con sacarlo afuera...
-Bueno, abuelita, es la hora de un buen paseo…espero que sea de su agrado que la acompañe…
- Cómo no…El placer es mío…
Ambas se rieron…Siempre la carcajada presente, ese bálsamo para los oídos, esa sensación de vida que motivaba, que alentaba a seguir, ese símbolo de unión inquebrantable…Reír para vivir, reír para acallar penas, reír para sanar…
Julia se incorporó…Se dirigió a buscar la ropa de su abuela, dispuesta a vestirla como todos los días, aquella rutina diaria, en la cual ponía tanto ahínco, tanto esmero, tanta dedicación; quería que Alba quedara bella, que todos pudieran adorarla, ovacionar su vigorosidad a pesar de todo, sus ojos profundos como el océano, su mirada cauta, sus manos siempre atentas; todo su ser, con esa libertad envidiable, esa fuerza indestructible, ese corazón refulgente; que sintieran ansias aunque fuera por unos instantes de sumirse en ese pecho donde tantos se habían dormido, plácidos, ese escondite, recoveco de amor, abrigo de los miedos, de las tristezas, de las soledades …
Cuando se acercó con la blusa y la pollera y comenzó a destapar a su abuela notó que estaba fría, un sudor helado corría por su rostro y tiritaba…
- Abuelita, ¿que te ocurre? ¿te sientes bien? ¿tienes frío?
- Ya pasa mi niña, todo pasa…- le sonrió, su mirada era segura, parecía calma…- Creo que no podré levantarme hoy, de repente sentí cansancio, mejor dormiré un poco…quizás más tarde…
Julia sabía que su abuela le mentía, estaba convencida de que no se hallaba bien desde temprano, y que sólo había intentado disimular sus quejas para no preocuparla; ay abuelita mía…el egoísmo jamás morará en tu alma…
- Llamo a un médico, no me tardo…-Julia estaba nerviosa, le molestaba no haber notado los síntomas de su abuela con anterioridad… ¿cuánto tiempo había permanecido así, tiritando, sola, sin que nadie viniera a verla…? ¿Por qué no llegué antes?...se reprochaba… Estos lugares de porquería, ¿por qué dejé que mamá la metiera aquí? Ni les abren las cortinas, para que por lo menos se alegren al ver la luz…Son tan crueles que hasta quieren que mueran a oscuras… malditos…
-No, no hace falta, siempre tan extremista, Julita, no es nada, la vida es así, basta de médicos y enfermeras, ¿para qué atrasar lo que es inminente?- Alba lo sabía, esa mañana lo había sentido, de improviso, una ráfaga de aire nuevo, pudo vislumbrar que se acercaba el final…dicen que ahí, cuando falta poco el dolor amaina de golpe, como si desapareciera, como si brindara un respiro al cuerpo maltrecho… pero no dijo nada, se quedó calladita, a la muerte hay que recibirla tranquila, le había aconsejado su nona cuando era chiquita, ¿para qué hacer alharaca y patalear, si igual venir viene de la misma manera?...
Y entonces la miró, le acarició el cabello rizado color de ébano y sus palabras emanaron de sus labios con total serenidad, y su voz se volvió cálida, aflautada como en los tiempos de antaño cuando le susurraba canciones de cuna:
-Mi pomponcito de nieve, gorjeo de ave, trino de gorrión…no tengas miedo, esto es solo un boceto… después viene lo mejor, la separación es ilusoria, siempre estaremos unidas...no hay distancia verdadera… El amor te lo llevas contigo…
Y sus ojos se fueron cerrando, mientras mantenía su sonrisa gigante, y sus gestos se volvían apacibles y parecía volar, elevarse, volverse inmensa, inconmensurable… Y se fue alejando y alejando…. Y su voz se perdió en un eco…
- El amor te lo llevas contigo… te lo llevas contigo…
Y su vida fluyó como agua de un manantial, y su cuerpo pareció por fin respirar, aliviado…y hasta sus manos se volvieron más jóvenes y su tez brilló iluminada por la luz de aquella tarde de agosto…
Julia hundió su pelo entre los pliegues del camisón de su abuela, inhalando su aroma a otoño y ahogándose en un lamento, se durmió como una pequeña…


Mariana Bartís, 16 de diciembre de 2003

1 comment:

Unknown said...

Me parece que acabo de encontrar a mi primer novia navegando por el cyber-mundo, JA!! Te perdí el rastro Maru!

Mi MSN es tavos666@hotmail.com

Besos, Nahuel.